Lagoon es una marca dedicada a la vida y a la libertad, nacida de un sueño que combina viajes y la comodidad de grandes espacios.
En nuestras fábricas de Burdeos, Vendée y en el resto del mundo, somos centenares de apasionados por el mar y por lo que hacemos.
CREAMOS LIBERTAD
La rutina diaria empujó a Jenna Miller y James Utzschneider, una pareja estadounidense originaria de Seattle, a instalarse a bordo de un Lagoon 500 con sus dos hijos y a comenzar una vida llena de viajes y descubrimientos.
La rutina diaria empujó a Jenna Miller y James Utzschneider, una pareja estadounidense originaria de Seattle, a instalarse a bordo de un Lagoon 500 con sus dos hijos y a comenzar una vida llena de viajes y descubrimientos.
A mi pareja y a mí siempre nos ha apasionado la navegación. Hemos navegado durante mucho tiempo por la costa norteamericana a bordo de nuestro monocasco Hallberg-Rassy 46. Tras la llegada de nuestro hijo, visitamos varios salones náuticos con una idea en mente: viajar a bordo de un catamarán familiar, seguro y capaz de surcar los océanos. Durante un viaje de negocios en Singapur, me enamoré de un Lagoon 500. Después de consultarlo con Jenna, tomamos la decisión, ¡habíamos encontrado nuestra felicidad!
La calidad de la construcción del 500 era similar a la de nuestro antiguo monocasco y cumplía con nuestras expectativas. La entrega del barco en Seattle en febrero de 2008 se realizó la misma semana en que nació nuestra hija. "Sophie" es el nombre que queríamos dar a nuestro bebé, pero era demasiado común en el Estado de Washington, así que lo heredó el barco. En cuanto al nombre de nuestra hija, nos decidimos por "Hazel". Cuatro años más tarde, nos mudamos a bordo del Sophie.
Para hacer que esta vida sea posible y sostenible, intentamos ser organizados "como en casa", con un horario escolar diario.
Nuestros hijos viven, aprenden, juegan y descubren a bordo de nuestro catamarán. En el barco, las tareas se reparten equitativamente. Mi mujer cuenta ahora con más de 20 años de experiencia en el agua y es capaz de realizar casi cualquier maniobra. Y, gracias a esta alternancia de tareas, podemos prescindir de un timonel. Mientras los cuatro gocemos de buena salud, es muy probable que este viaje familiar perdure. Volver a la "vida normal" sería muy difícil para nosotros.
En cinco años, hemos tenido tiempo para visitar más de treinta destinos. En primer lugar, el océano Pacífico Sur, la Polinesia Francesa y Nueva Zelanda en particular. Después, una buena parte de Asia: Tailandia, Singapur, Malasia, etc. Y, posteriormente, el océano Índico, entre otros.
A continuación, visitamos casi todos los países mediterráneos. ¡Ni un solo país nos ha decepcionado! El recuerdo que más me ha marcado en esta aventura es nuestra travesía a Egipto por el mar Rojo desde Tailandia. En realidad, queríamos que los niños vieran Europa. Debido a la inseguridad en el golfo de Adén, empezamos a considerar otro itinerario, pero nos enteramos de que veinte barcos acababan de pasar por el mar Rojo sin ningún problema. Así que, decidimos tomar este camino y contratar a tres hombres armados para acompañarnos entre las Maldivas y Egipto. ¡Una experiencia inusual! Estos guardias resultaron ser muy simpáticos, el viaje se desarrolló muy bien y no nos cruzamos con ningún pirata. Al llegar a la entrada del mar Rojo, el viento soplaba a sesenta nudos, justo cuando pasamos entre Yemen y Djibuti, en el lugar donde ambos países están más cerca (aprox. 13 km). ¡Es un paisaje que solo se ve una vez en la vida!
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